En toda obra de teatro hay momentos importantes para el desarrollo de
la historia. Pues de eso es de lo que nos hemos ocupado este fin de
semana. Pero esto supone un doble reto: por un lado es una escena más
(hay que aprenderse el guión, hay que ver dónde se coloca cada uno, hay
que cuadrar y encajar muchas cosas...), pero además hay que poner mucho
de nuestra parte a la hora de la interpretación final para que al
espectador le quede claro lo que se está contando y no se le pueda
escapar ningún detalle.
Y
mientras tanto, los que no están en escena aprovechan para pintar
decorados (lo siento, seguimos sin poder enseñarlos... aunque tenemos
muchísimas ganas de que los veáis), para practicar sus bailes, para
aprender otros nuevos, para estudiar su papel, para probarse algún
traje, para tomar medidas y hacer el atuendo de algún personaje, para
tomar medidas del escenario o de los los telones... el caso es no parar
quietos. Aunque siempre cabe la opción de sentarse en las butacas del
público y mirar en silencio. Quizá aprendiendo de los demás, quizá
contemplando la acción desde fuera para hacerse a la idea, quizá viendo
cómo queda la escena desde la distancia para sugerir mejoras, para
tranquilizar al que se siente raro sobre el escenario...
Aunque
quizá lo que deberíamos contar es lo que se hace entre semana... que
siempre contamos lo que vamos haciendo los sábados... De domingo a
viernes los que formamos la Fundación La Semilla intentamos
sacar adelante nuestra vida (unos trabajando, otros estudiando y otros
intentando encontrar trabajo, que es la peor de las ocupaciones). Y en
los ratos libres, como estar esperando el autobús o viajando en
Cercanías o en Metro, aprovechamos para leer de nuevo el guión y
estudiarnos nuestra parte; o llevamos puestos los cascos con la música
de la obra y canturreamos para nuestros adentros; o quizá vamos pensando
en un baile y se nos mueven los pies... y, en este caso, la gente que
está sentada cerca de nosotros nos mira raro. Son unos momentos curiosos
en los que, según la personalidad de cada uno, paras de mover los pies y
haces como que no ha pasado nada, o algo desde dentro te dice que lo
mejor sería explicarle a esa persona por qué a las 7 de la mañana vas
moviendo los pies en el Metro... pero al final no lo haces.
Si
la próxima vez en la marquesina de un autobús, o en un vagón de Metro o
en esa línea de Cercanías que coges todos los días ves a alguien
sonriendo, con los cascos puestos y moviendo los pies con la mente
perdida en algún lejano lugar... piensa que, quizá, te has cruzado con
uno de nosotros. No nos mires raro, por favor. Piensa que es nuestra
manera de aprovechar el tiempo y adelantar trabajo de sábado a sábado.
Así los ensayos nos cundirán más y el resultado será mucho mejor... lo
importante es trabajar duro para ayudar a los proyectos, que ya empiezan
a ser parte de nosotros.
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